Proclamaba a gritos su dolor, el pronunciamiento de la sentencia no había sido justo, la condena era excesiva.
Diez años después, cuando salió de prisión, le parecía que el mundo había girado sobre si mismo y en la inmensa vuelta que dio, lo dejó a él atrás. Empezó una vida que de tan absurda y sin sentido, ni siquiera era suya, vivía la vida de otro. Así era como se sentía y como la amargura y el pesar lo hicieron malvivir durante mucho tiempo. Hasta que la conoció.
Carmen era una mujer tranquila y sin grandes aspiraciones, tenía una pequeña casa alquilada cerca de la suya y aunque la conocía de siempre, no se fijó en ella sino en ese momento. Trabajadora y amable, lo saludaba a diario al pasar y nunca observó que tuviera mala cara, ni siquiera que pareciera enfadada. Se notaba sumisa y sacrificada, aunque denotaba por momentos una fuerza que no parecía que le perteneciera. La miraba todos los días y si ella se daba cuenta, bajaba la vista, avergonzado.
Pero aquel día, que realmente era como cualquier otro, Carmen fue la que se acercó a preguntarle algo que en este momento no podía recordar que era. Lo cierto, es que sin casi darse cuenta, estaba en su casa tomando un café.
No pasó demasiado tiempo, sin que se viera en la cama de Carmen. Resultó ser una mujer de lo más ardiente y apasionada. Fue una grata sorpresa, pues nunca imaginó que aquella chica tímida y dulce, pudiera transformarse de esa forma.
Carmen era una mujer tranquila y sin grandes aspiraciones, tenía una pequeña casa alquilada cerca de la suya y aunque la conocía de siempre, no se fijó en ella sino en ese momento. Trabajadora y amable, lo saludaba a diario al pasar y nunca observó que tuviera mala cara, ni siquiera que pareciera enfadada. Se notaba sumisa y sacrificada, aunque denotaba por momentos una fuerza que no parecía que le perteneciera. La miraba todos los días y si ella se daba cuenta, bajaba la vista, avergonzado.
Pero aquel día, que realmente era como cualquier otro, Carmen fue la que se acercó a preguntarle algo que en este momento no podía recordar que era. Lo cierto, es que sin casi darse cuenta, estaba en su casa tomando un café.
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