miércoles, 9 de febrero de 2011

NO FUE CASUALIDAD, SINO CAUSALIDAD.

                     Fueron muchos días los que coincidimos en los mismos lugares, yo siempre digo que las casualidades no existen y esta vez, no parecía que fuera casualidad sino causalidad. Después de tantas ocasiones de vernos, empezamos a saludarnos como antiguos conocidos, una de las veces lo vi acompañado de una mujer que me pareció con la que iba muy acaramelado y que pensé que podía ser su mujer o su novia, pero en las otras ocasiones, iba siempre con grupos de amigos de ambos sexos, se les veía con muchas risas y fiestas, por lo que llegué a pensar que estaba equivocada.
                         Parecía un hombre feliz, siempre se le notaba alegre y con buen humor, aunque no estuviera sonriendo, se le marcaban unos graciosos hoyitos a ambos lados de las mejillas, lo que le hacía parecer de alegría continuada. Bueno, lo cierto es que a mi me gustaba, pensaba en él a todas horas y nunca pude saber exactamente porque. El día que fui a mi centro de salud por una terrible indigestión y me lo encontré como médico de cabecera, no di crédito a lo que veían mis ojos, la pena es que no pude desenvolverme como me hubiera gustado, pues el dolor de estómago me lo impedía. Pero nos saludamos como conocidos que éramos y me citó dos días después para ver como seguía.
                            La próxima cita, ya fue distinta, me encontraba mejor y me pude desenvolver como una persona más normal. Pude acceder a todas mis "armas de mujer", que no es que fueran demasiadas, pero al menos unas risas de vez en cuando o una mirada un tanto coqueta, no venía nada mal en una situación como aquella.
                                No se como fue, pero salí de allí con una futura cita con mi médico, se que no era muy ético, pero al conocernos de antemano, la cosa era diferente. Pablo y yo hicimos una amistad de lo más íntima y entregada, durante mucho tiempo, estuvimos compartiendo tantas confidencias y ternura, que cuando pasamos directamente al amor ninguno de los dos nos sorprendimos, todo lo contrario, sentimos una felicidad tan grande, que decidimos compartirla el resto de nuestra vida.                       
                            

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