
Nos reunimos esta vez y no pareció que en esta ocasión la sangre fuera a llegar al río.Como hacíamos siempre, cada uno llevó algo de comida y bebida y fuimos con nuestros hijos y maridos o mujeres. Empezamos con una barbacoa en el jardín y después pusimos mesas y sillas en donde depositamos todo lo que trajimos.
Me pareció que en este caso ya estábamos todos demasiado mayores para peleas y discusiones, por lo que la paz y la tranquilidad fue lo que predominó. Me satisfizo que el día fuera así, porque eso era, lo que realmente, hubieran querido mis padres.
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