
Entonces, con un educado gracias, empecé de nuevo. Una hora más tarde, terminé y me marché con toda tranquilidad. Iba caminando por la calle trasera del auditorio, cuando una voz me llamó, me volví y vi una mujer que corría al lugar en donde me encontraba.
Ella había escuchado mis palabras, no le había parecido bien la reacción del público y me buscaba para congraciarse conmigo. Hablamos durante un rato y después terminamos tomando un café en un lugar cercano. Era una mujer más o menos de mi edad, activa y bromista, agradable, buena conversadora. El tiempo que pasamos tomando café, realmente, fue de una rapidez increíble, porque ella, con esa forma de ser, hacía que las horas, parecieran, no minutos, sino segundos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.