viernes, 11 de febrero de 2011

COMPAÑEROS DE ESTUDIOS.



El  tiempo que duró la ventisca, fue de varias semanas y se terminó convirtiendo en un auténtico vendaval, con un temporal de nieve que vino después y que nos dejó totalmente aislados. Pero como estábamos acostumbrados, nos metimos en casa, bien pertrechados de víveres y leña y nos dedicamos a pasar el tiempo lo mejor que pudimos. 
               Éramos un grupo de ocho compañeros de estudios, ir a la universidad esos días, imposible, nos dedicamos a estudiar en casa o por Internet, algunos leíamos libros de ensayo y otros se dedicaban a juegos de mesa.
          Ocho cuerpos jóvenes llenos de hormonas, sin salir a la calle tanto tiempo, el caldo estaba servido. No tardaron en surgir conflictos y peleas. Algunos intentamos poner calma, pero había otros que parecía no interesarle. A los cinco días de encierro, aquello era ya como una leonera, al llegar la noche, los cuatro chicos se reunieron en la habitación de uno de ellos a jugar a las cartas, eso fue lo que dijeron, las chicas nos fuimos a la cama, lo que no sabíamos es que tenían un ropero bien lleno de bebidas y a eso de la madrugada, cuatro hombres borrachos empezaron a danzar por toda la casa sin saber muy bien lo que estaban haciendo, los gritos y las risas desaforadas nos despertaron y salimos al pasillo a ver lo que sucedía.
                                  No se tenían casi en pie, empezaron a tocarnos de manera libidinosa y nosotras a insultarles y gritar de la peor de las maneras, terminamos por meternos en uno de los dormitorios y llamar a la policía. Esta acudió con rapidez, al siguiente día, los echamos de casa a los cuatro, no estábamos dispuestas a pasar de nuevo un mal trago como aquel.
                                 

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