viernes, 21 de enero de 2011

SENTIRSE VIVA.

                          Mira que se lo dije en más de una ocasión, lo hablamos multitud de veces y volvíamos sobre el mismo tema una y otra vez, pero no había forma humana de que entendiera mi punto de vista. Decía que si, que si, que lo iba a pensar, pero no había nada que hacer. Cuando a mi amiga Laura, se le metía una idea en la cabeza, iba a por eso, de cabeza. 
                            Ahora mismo, quería dejar su vida actual para cambiar drasticamente todo lo que tenía, yo no lo podía entender, por que le había costado mucho conseguir el puesto en la empresa, en donde la tenían muy considerada, tenía una vida familiar envidiable, un marido y un nivel social que para si quisieran muchas. Pero ella iba a tirar todo por la borda para, decía ella, encontrarse a si misma. Pero para su desgracia, su marido se enfermó y ella no pudo realizar ese sueño. Fue una enfermedad grave de la que salió con una curación completa, pero que le mantuvo durante seis meses hospitalizado y otros seis en tratamiento ambulatorio. Laura, estuvo pendiente de él en todo momento, lo amaba con locura y sabiendo que el pronóstico podía ser negativo, durante ese tiempo, vivieron al borde de un hilo. 
                   Cuando ya estuvieron en casa, con las buenas noticias en su mano, ella y yo estuvimos hablando durante mucho rato, había cambiado en ese año, había madurado y crecido como persona, Laura ya no era la misma. En este tiempo pasado, me habló, he conocido gente y he hecho amistades que creo nunca encontraré por mucho que me dedique a dar la vuelta al mundo. He sentido tantas emociones e impresiones, que no creo que otros países me puedan dar. La intensidad de lo que he vivido es tan grande, que por mucho que vea y me admire de otros lugares, nunca sentiré lo mismo, así que se que mi sitio está aquí, al lado de mi marido, que me necesita. 
                         Mi amiga Laura, tenía razón con lo que me estaba diciendo, pero no dejaba de entender que ella, en aquel momento, simplemente había averiguado una de las partes de la satisfacción de sentirse viva.

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