viernes, 21 de enero de 2011

LA RUINA DE NUESTRA EMPRESA.

                         Cuando mi marido se arruinó, pasamos de vivir de una vida de lujo y derroche, a otra en que tuvimos que suprimir lo que no fuera estrictamente necesario. Quienes peor lo pasaron, fueron nuestros hijos, que no entendían nada, ni querían entender. Nos dimos cuenta que habíamos criado unos chicos que habían vivido siempre en una burbuja, aislados de como se vivía en otras partes del mundo. 
                          El cambio de vivir en un chalet a cambiarnos a un piso a la ciudad sin piscina, ni pista de tenis, supuso para ellos una enorme frustración y el hecho de tener que dejar a los amigos de toda la vida, fue unos de los desencantos que recordarán durante tiempo. Lo peor, fue ir a un colegio público, no había dinero para uno privado, así que no hubo más remedio que tomar esa decisión. 
                             Yo, me puse a trabajar, lo que nunca había hecho, pero gracias a que sabía idiomas y a algunos contactos, conseguí un empleo como recepcionista en un hotel, mi marido, en una oficina. Así transcurrió nuestra vida durante seis años, mis hijos se tuvieron que ir adaptando a la nueva situación, no les quedó más remedio. Se acostumbraron a vivir con menos y a ser felices a pesar de eso. Nos costó que comprendieran que no siempre la felicidad se encuentra en lo que puedas gastar ese día, pero reconocimos que la culpa fue nuestra. Poco a poco pudimos salir de la tremenda crisis en la que estuvimos tanto tiempo, reunimos a los chicos, queríamos cambiar de nuevo de casa y de amigos, pero ninguno estuvo de acuerdo, los de antes, les habían dado la espalda y ahora, después de la experiencia vivida, sabían lo que eran amigos auténticos y vivir de una forma también, mas auténtica, ellos habían crecido y nosotros, también. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.