viernes, 21 de enero de 2011

PUEBLOS, RENCILLAS, DISCUSIONES.

                        En el transcurso del día y medio en que mi hermana pequeña estuvo desaparecida, el pueblo se hermanó de una forma tal, que los más sorprendidos fueron ellos mismos. No hubo nadie que se quedara en su casa, todos al campo y bosques en busca de la niña. Los mas avezados y jóvenes, bajaron a grutas escondidas y pozos cerrados y los viejos, indicaban con la sapiencia que da los años vividos, los lugares aquellos que ya nadie recordaba. Cuando la niña se encontró, esperaron la recuperación de esta y su familia y dos semanas después, el alcalde organizó una fiesta para celebrarlo.
                            Ahí fue cuando contacté con Alvaro, el pertenecía a una familia siempre, desde generaciones atrás, enemistada con la mía, pero dadas las circunstancias, parecía que ahora, todo eso se había flexibilizado un tanto. Así, que estuvimos hablando y bailando en la verbena posterior a la cena, lo pasamos bien y quedamos para vernos otro día. Al llegar a mi casa, lo primero que me recibió fue el bofetón de mi padre, después vinieron las reprimendas y enfados por parte de los dos. Parecía que no todo era tan sencillo y que los olvidos, no habían sido por demasiado tiempo. Pero, yo, había conocido a Alvaro.
                              Seguimos viéndonos a escondidas, hasta que yo cumplí los dieciocho, que fue unos meses más tarde, él era tres años mayor que yo. Entonces nos enfrentamos directamente a los nuestros, tuvimos el valor suficiente para decirles que si no estaban de nuestro lado, estaban en el opuesto. Ambas familias pusieron el grito en el cielo, pero nuestro amor se fortaleció con el tiempo, no se si debido a tanta oposición o porque realmente nos queríamos. 
                              Pero un año después, nos casamos, cada vez mas contentos con la decisión tomada, casi todos los miembros de las dos familias acudieron, tuvieron un año entero para pensar en que iban a perder unos hijos, en que la situación no llevaba sino a cada vez más rencor y odio por las dos partes. En la boda, me levanté y agradecí el esfuerzo hecho y Alvaro, por su parte, pidió a todos que se acabaran rencillas que de tan antiguas nadie sabía como comenzaron, dijo que con esta boda, quería que comenzara un futuro mejor y más sano para el pueblo.

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