martes, 21 de diciembre de 2010

GRABADAS A FUEGO

                 En el transcurso del tiempo, muchas personas han pasado por mi vida, pero hubieron dos, que quedaron grabadas para siempre. Grabadas a fuego, porque aquella mujer y su hija, formaron parte para siempre de mis mas profundos recuerdos. No soy muy mayor, de hecho no he cumplido los cuarenta, pero tengo vivencias de persona de mucha más edad. Cuando recién no tenía quince, mi madre me puso de patitas en la calle, eran muchos hijos para criar, descubrió que yo estaba embarazada y decidió que me buscara la vida, como de la misma forma lo había hecho su madre con ella. Pero la suerte estaba conmigo, porque aquel día, mientras hacía autoestop, ya que no tenía otra forma de traslado, me paró una señora. A las preguntas de rigor, las respuestas típicas, mi madre me hecho de casa, mi padre alcohólico, ocho hermanos, en fin, lo de siempre. Paramos en un centro, me habló de si estudias y tienes tu hijo, puedes venir a trabajar a mi casa, me dio un papel con una dirección.
               Un año mas tarde, hice lo que me dijo, no la olvidé en ningún momento, la tuve presente siempre, me mantuvo viva e ilusionada, supe que no me engañaría, que con ella y con su hija, tenía mi futuro. Así que toqué en su puerta y la niña, como si me estuviera esperando, me abrazó contenta, llamando a su madre, que acudió presta. Viví y trabajé con ellos, mi hijo y yo, tantos años que ya no recuerdo, su familia fue, simplemente, mi familia, 


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