ELLA Y YO.

                     Salí de la vieja casucha en donde había vivido desde que nací, hacía veinticuatro horas que mis dieciocho años se habían cumplido, ya podía decidir por mi misma, ya nadie tenía que decirme ni lo que tenía, ni como lo tenía  que hacer. De la manera de actuar, me sentía capaz, desde que cumplí los diez años, es lo que pasa cuando uno tiene un padre alcohólico y maltratador y una madre que no se preocupa demasiado. Si para mas inri, tienes ocho hermanos y vives en una choza en medio de plantaciones, ves a tu padre llegar borracho por la noche, pegándole a tu madre y sacando a tus hermanos a dormir a la intemperie, pues no quieres nada mas.

                    Pero ahora, mi vida cambiaría. Cogí una mochila con mis cuatro cosas y me dirigí a la parada de guagua mas cercana, caminé en la oscuridad de la noche, aprovechando el sueño de mi padre y al llegar , sólo tuve que esperar un poco para subirme al vehículo que en pocos minutos me llevaría a la libertad. Por la mañana, compré un periódico de esos que traen anuncios, subrayé unos cuantos y llamé. Visité varias casas en donde se necesitaban chicas internas. Durante la tarde, después de comerme un bocadillo, seguí con mis paseos, llegué a una casa en que me pareció que la dueña y yo, habíamos empatado bastante bien, que había posibilidades de conseguir el trabajo.
                           Y así fue, no me equivoqué, al día siguiente, me llamó diciéndome que el puesto era para mí. Ella y yo, pasamos unos años fantásticos, nos hicimos amigas y compartimos parte de nuestra vida. Nunca olvidaré ese tiempo en que aprendí tantas cosas a base del ejemplo que me dio. Me hablaba sin parar de como había que educar a los hijos, como tratar al resto de la gente, la forma de hablar y de todo lo referido a la educación. En fin, lo que yo jamás, había vivido. Cuando pasados varios años me fui de su lado, la estuve echando de menos durante mucho tiempo, nunca, jamás, encontraré una persona que sin pedir nada a cambio, lo de todo.