Le faltaban pocos metros para llegar a la meta, cuando un inoportuno resbalón, hizo que cayera al suelo cual larga era. Durante unos segundos, quedó totalmente inmóvil, el público fijó su mirada en ella, esperando la reacción, sólo cuando la vieron empezar a moverse y levantar brazos y piernas, fue cuando un suspiro, todos a una, salió de la gente, que aliviada, comprendió que no le había pasado nada.
Caminó despacio, dirigiéndose a los vestuarios, la rodilla izquierda dolorida, cuando llegó, lo primero que escuchó, fueron las palabras malsonantes del entrenador, no le gustaba que le hablara de esa manera, se lo había dicho en multitud de ocasiones, pero no le hacía caso. Sin mirarlo, se dirigió a la ducha. Diez minutos después, salió vestida, el pelo mojado y el bolso al hombro, el entrenador ya no estaba, decidió marcharse a casa.
Media hora mas tarde, ya en su pequeño piso, mientras preparaba la comida, tomó decisiones, quería dejar el deporte, hacía tiempo que pensaba en ello, pero ultimamente, lo tenía claro. Se le apetecía formar una familia, hijos, un marido, no tenía tiempo para ello, el deporte ocupaba todo su tiempo. Así que según lo pensó, se sentó y escribió las cartas de rigor, revocó y canceló lugares y citas, se sintió mejor cuando terminó, fue como si se quitara un peso de encima. Realmente, había hecho según le había parecido conveniente.
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