Sonrío falsa y audazmente, mientras seguía su camino, sin ni siquiera volverse a mirar atrás. Me quedé mirando el contoneo de su figura durante un buen rato, con la poco clara esperanza de que en algún momento se diera la vuelta. Pero no, ella siguió su paseo, calle abajo y yo me dirigí en sentido opuesto. En mi caminata, encontré un número indeterminado de mujeres de la calle, que, como ella, me miraban, con la misma sonrisa y la misma descarada manera de moverse, intentando conseguir uno mas en su lista de clientes del día. La furgoneta que buscaba, estaba a la vuelta de la esquina, la encontré de repente y me dí por satisfecho al ver la cola de chicas que había delante, la médico nuestra estaba en plena labor y las dos enfermeras y la auxiliar, también. Era una obra al cien por cien altruista, subvencionada por organismos privados, en estos días tan especiales, estábamos toda la noche en la calle, nuestra ayuda era imprescindible y muchos otros, con todo el derecho, se tomaban el día de asueto.
De repente, la vi llegar, llorando, la cara ensangrentada y claros indicios de haber sido golpeada brutalmente, la acompañaba otra chica, asustada como ella, pero con ganas de dejarla para poder seguir su trabajo. Se fue rápido y me dejó una chica atemorizada y desconfiada, había sido atacada por su chulo, al parecer no fue suficiente el dinero que le dio en no se que momento. El muy miserable, la agredió de la manera mas cruel. Ella no tenía casa, ni familia, ni amigos. Esa noche la llevé a la mía, no era la primera vez que lo hacía, no estaba permitido, pero por mi casa, habían pasado muchos de los sin techo de la zona.
La llevé a una casa de acogida, donde la recibieron con los brazos abiertos, ella estaba dispuesta a dejar aquella vida, tantas veces había oído decir lo mismo, que esperaba que esta, fuera cierta. Ojalá que por ser la noche tan especial que era, fuera el inicio de algo diferente, que su futuro no se pareciera en nada a lo que el pasado le había deparado.
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