jueves, 25 de noviembre de 2010

La noche en el pantano. ( I parte )


                Vueltas hacia atrás y hacia adelante, no terminábamos de encontrar el lugar que nos indicaba el mapa.
             El sendero se hacía estrecho por momentos y en ocasiones se vislumbraba una especie de ensanchamiento que nos entusiasmaba, pues parecía que posiblemente estuviéramos llegando a nuestro destino. Pero no, las horas pasaban y comprendíamos que íbamos a tener que pasar la noche en la montaña, no había signos de encontrar el paso que queríamos.
                    El paisaje era en verdad hermoso, la lluvia que había caído, dejo un campo con diferentes tonos de verdes, a cada cual mas rabioso y virulento, ahora que habíamos parado y montado las tiendas, que comprendíamos que no había otra opción que quedarnos ahí, nos sentíamos mas relajados y tranquilos y nos dedicamos a observar y fotografiar lo que nos rodeaba.
             Enfrente nuestro, una pequeña colina cubierta de vergeles y florecillas amarillas y blancas, formaban una especie de manto que bajaba hasta el valle, en donde el río, bebía todo el verde que llegaba. 
               Detrás de las colinas, se escondía con timidez un medio círculo violáceo, que formó la bola amarilla del sol, pero en este atardecer, era simplemente el recuerdo de algo que ya no era.
             Nos dispusimos a pasar la noche, los ruidos del campo nos rodearon, era como estar en la ciudad. Encima nuestro, las hojas de los árboles al rozarse, parecían hablar entre ellas y el sonido de las aguas del cercano pantano, formaban una especie de sonidos que se asemejaba al del mar. Dormir con ese escándalo resultaba difícil, así que de madrugada me levanté y me acerqué a la orilla, en donde una luna grande y blanca, reflejaba su belleza.
            Pero no sólo la luna estaba ahí, algo mas se reflejaba, una silueta de alguien que  me miraba con sus enormes ojos dilatados por el terror, su cuerpo en la orilla flotaba inerte, sin nadie a quien acusar.
        

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