martes, 30 de noviembre de 2010

FUEGOS ARTIFICIALES

                   Y entonces la vi, allí de pie, en medio de la nada, parecía que me esperaba, lo cual no era cierto porque no me conocía, no sabía ni quien era yo, ni a que me dedicaba. 
                       Pero ella era una mujer fabulosa o al menos a mí me lo parecía, no muy alta, pero si proporcionada, quizá algo ancha de caderas, mirándola a los ojos, puede que los tuviera muy unidos, las cejas gruesas y los labios finos, bueno, lo que quiera que fuera, a mi me parecía la mujer perfecta.
                      Ya se sabe que las personas gustan según la apreciación de cada uno, lo que a mí me parece maravilloso,  a otro le  parece  lo peor. 
                         Nuestro encuentro, fue como fuegos artificiales, parecía que estuviéramos hechos el uno para el otro. Una presentación por medio de un amigo, fue idónea, el mundo empezó a fraguarse en torno a los dos y sin darnos cuenta, al poco tiempo, éramos sólo uno.
                          Me sentía tan feliz de sentir mi piel contra su piel, no creía necesitar nada más en mi vida. Sólo con estar con ella, hablar con ella, vivir con ella, era más que suficiente.
                          Al poco, nuestra historia estaba alrededor de la cama, nos cansamos de otros sitios de la casa y nos habituamos a la comodidad, así que, como casi todas las parejas, terminamos donde terminan todas.
                           Entonces, empezó la rutina que aburre y entristece, la rutina que trae consigo desilusión y monotonía. En fin, empezó el inicio del fin, porque como suele suceder, este es el desenlace de las relaciones que empiezan como si fueran..... fuegos artificiales.                        
                                         

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