martes, 30 de noviembre de 2010

EL ECHADOR DE CARTAS

                    Las cuatro veces que acudí a su consulta, fueron horas perdidas, pues el hombre que se suponía que me iba a decir cual iba a ser mi futuro, no había acudido. Su mujer, habló a los que esperábamos, tranquilizándonos y comentando  que a veces sucedían aquellos imprevistos. No se como tuve el valor de acudir una quinta vez, pues ya estaba bastante cansada.  Pero pareció que esta, si dio resultado, me encontré sola en la sala de espera, en la que no quisiera esperar mucho rato, pues los cuadros y figuras que la adornaban, no eran, precisamente, para relajar a un visitante nervioso.
                     Dos horas mas tarde, salí. No se si peor o mejor de lo que entré, yo mas bien, diría que lo primero, pues escuchar lo que el me dijo no fue muy agradable. En principio, me comentó lo larga y fructífera que iba a ser mi vida, todo eso según lo que las cartas iban cantando. Después, las cartas se pusieron tontas y entonces me contó como iba a encontrar una persona en mi vida que me la haría imposible, que sufriría al límite por ella y que lo mas probable es que existiera incluso algún delito de sangre. Claro, ya me dirá usted cual sería su reacción, ponerse a gritar, no, porque los vecinos podrían llamar a la policía, pero lo de tirársele al cuello, no sería mala idea.
                      Pues así, mas o menos, durante casi dos horas por las que me cobró una pasta. Cuando salí, ya les digo y llegué a casa, al ver a mi marido, no supe muy bien que hacer, así que opté por tirarme a sus brazos de la manera mas intensa que encontré, él no entendió demasiado bien la situación, pero me dio lo mismo, lo atrape y me lo llevé a la cama, siguió sin entender, aún así, se notaba que estaba encantado. 

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