Mi madre fue una mujer transgresora y apasionada, nunca le importó lo que los demás pensaran, ella tenía claros los conceptos con los que vivía.
Odiaba las fiestas promovidas para consumir, ¿y el resto del año, que?. Revolvía el caldo de pollo a la vez, sin importarle quien fuera su oyente.
La fiesta de San Valentín era con la que más se ensañaba, una semana antes ya se le oía murmurar por lo bajo y según se acercaba el día, iba subiendo el tono hasta que todos y creo que los vecinos también, se daban por enterados.
—¿Y porqué tenemos que regalar a la persona que amamos, cuando le hacemos regalos a diario?.
Nos volvía locos con tanta pregunta sin contestación.
Hace varios años que mi madre vive en una residencia para personas que olvidaron sus recuerdos. Ella aún conserva algunos. El que jamás olvida es el del día de San Valentín. Marea a los residentes y enfermeras con sus palabras, siempre las mismas...el amor se demuestra todos los días del año.
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