La miré varias veces, no era una mujer hermosa, ni siquiera atractiva, pero tenía algo en sus gestos, en su manera de andar que me llamó la atención. El lugar en donde nos encontrábamos, una sala de arte, tampoco me pareció el más adecuado para estar observando a las mujeres que nos rodeaban, pero aquella, era diferente al resto. Movía su cuerpo con una cadencia digna de volver la cara, se notaba en sus pasos una seguridad y un saber estar en el que apetecía mantener la vista.
Pareció como si hubiese notado mis ojos, pues unos segundos después, con extremada lentitud se volvió y acertó a verme sumido en una congoja de vergüenza. Aparté la cara y dando media vuelta, desaparecí.
Cuando ya me marchaba, angustiado por no verla, me sorprendió apoyada en una de las columnas de la entrada, sonriendo, relajada, me acerqué y de común acuerdo, bajamos juntos los últimos tramos de escalera. Se colgó de mi brazo, conocidos de siempre, caminamos hasta el cercano puerto, notaba el suave balanceo de su cadera junto a la mía, su actitud, con esa fingida indiferencia, también me acompañaba, haciendo que me sintiera un tanto infantil.
La noche empezaba a oscurecer el día y ella hacía que mis pensamientos volaran en mi ansiedad. En el cercano faro, el rayo de luz indicaba que estaba vivo, caminamos hasta allí, yo, guiado por ella y en aquel lugar, sin saberlo siquiera, fue en donde, como en un sueño, pude sentir... mi cuerpo, en su cuerpo.
Cuando ya me marchaba, angustiado por no verla, me sorprendió apoyada en una de las columnas de la entrada, sonriendo, relajada, me acerqué y de común acuerdo, bajamos juntos los últimos tramos de escalera. Se colgó de mi brazo, conocidos de siempre, caminamos hasta el cercano puerto, notaba el suave balanceo de su cadera junto a la mía, su actitud, con esa fingida indiferencia, también me acompañaba, haciendo que me sintiera un tanto infantil.
La noche empezaba a oscurecer el día y ella hacía que mis pensamientos volaran en mi ansiedad. En el cercano faro, el rayo de luz indicaba que estaba vivo, caminamos hasta allí, yo, guiado por ella y en aquel lugar, sin saberlo siquiera, fue en donde, como en un sueño, pude sentir... mi cuerpo, en su cuerpo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.