jueves, 24 de febrero de 2011

SALÍ DE MI DEPRESIÓN.

Toqué fondo, dí una patada.... y subí. Al llegar a la superficie, observé que lo que había dejado atrás después de tanto tiempo, había cambiado. Bueno, pensé largo rato mas tarde, la que cambiaste fuiste tú, tonta, el resto del mundo sigue igual. Algo habló de esa manera dentro de mí y de forma inusitada, que jamás imaginé, me hizo bien. El ser que me habló, lo siguió haciendo en días posteriores, por unos instantes me dije, tú no estás muy completa, pero según fueron pasando las semanas y las conversaciones siguieron su curso, empecé a percatarme de que la que hablaba era yo, conmigo misma.
                             Pues de esa manera, ella y yo, o sea nosotras o sea yo, nos dedicamos a entablar nuestros propios e íntimos diálogos. Claro, el obstáculo que veía en todo aquello, es que no podía compartirlo con nadie más que conmigo, o sea yo, o sea ella. !Joder!que rollo me estoy armando, pero es la realidad. Porque a cualquiera que le cuentes esta historia, lo primero que te dice, es que vayas al sicólogo. Que bueno, yo si tengo que ir voy, pero no creo que fuera el caso.
                                Bien, la experiencia que les quiero contar de mi caso, es la siguiente: tuve una depresión y salí a flote, vale, no les digo que no me pueda volver a pasar, esa es otra historia. Pero si nos preguntamos a nosotros mismos, a veces, encontramos las respuestas, tenemos dudas que nos acucian y no nos dejan vivir en paz, pero ¿ para que preguntarles a otros, cuando las respuestas están en nuestro interior ?. Un abrazo, para usted, que me está leyendo. Maca.  

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