El frescor de la tarde, de lo más primaveral, nos dio ganas de seguir el camino que habíamos iniciado hacía ya casi dos horas. Daba gusto mirar nuestra imagen reflejada en el lago, las aguas eran tan absolutamente cristalinas, que parecían espejos. Nuestras mano enlazadas, se mantenían de igual manera que sentía nuestro corazón.
Al llegar mi amiga Lucía, todo cambió, no la esperaba, apareció de repente con un grupo de cinco ó seis amigos. Siempre iba acompañada, era muy divertida y vital y a su alrededor continuamente tenía multitud de personas conocidas o quizá no tanto, pero la seguían a todas partes. Al momento me dí cuenta de que él se había quedado prendado de ella. No es extraño, me dije al instante, es guapa y simpática.
No todo quedó ahí, la forma de ser de Lucía dejó a Jaime absolutamente absorto en su mirada. No pudo quitarle la vista el tiempo que estuvo en el lago. Y claro, tampoco ella se quedó corta, aunque ahora, en la distancia, no creo que lo hiciera por molestarme, sino porque así era su natural forma de ser.
Emanaba una sensualidad tal, que hasta el mínimo gesto, que en otra hubiera pasado desapercibido, en Lucía tenía un tremendo significado. La forma de mirar, de sonreír o de echarse el pelo hacia atrás, sólo eso hacía que al instante, varios hombres la miraran y también mujeres, aunque no por los mismos motivos. Al darse cuenta de que era el centro de todas las miradas, el asunto fue a peor, porque entonces ya empezó a poner un punto de sexualidad en todo lo que hacía de una forma de lo más pedante.
Así era ella. Le daba exactamente igual a quien pudiera dañar. Como terminó la historia, no viene al caso, lo único que le puedo decir, si usted que me está leyendo, es mujer, que si alguna vez se encuentra con una amiga como la mía, por favor, no le presente a su novio....cruce la acera.
Al llegar mi amiga Lucía, todo cambió, no la esperaba, apareció de repente con un grupo de cinco ó seis amigos. Siempre iba acompañada, era muy divertida y vital y a su alrededor continuamente tenía multitud de personas conocidas o quizá no tanto, pero la seguían a todas partes. Al momento me dí cuenta de que él se había quedado prendado de ella. No es extraño, me dije al instante, es guapa y simpática.
No todo quedó ahí, la forma de ser de Lucía dejó a Jaime absolutamente absorto en su mirada. No pudo quitarle la vista el tiempo que estuvo en el lago. Y claro, tampoco ella se quedó corta, aunque ahora, en la distancia, no creo que lo hiciera por molestarme, sino porque así era su natural forma de ser.
Emanaba una sensualidad tal, que hasta el mínimo gesto, que en otra hubiera pasado desapercibido, en Lucía tenía un tremendo significado. La forma de mirar, de sonreír o de echarse el pelo hacia atrás, sólo eso hacía que al instante, varios hombres la miraran y también mujeres, aunque no por los mismos motivos. Al darse cuenta de que era el centro de todas las miradas, el asunto fue a peor, porque entonces ya empezó a poner un punto de sexualidad en todo lo que hacía de una forma de lo más pedante.
Así era ella. Le daba exactamente igual a quien pudiera dañar. Como terminó la historia, no viene al caso, lo único que le puedo decir, si usted que me está leyendo, es mujer, que si alguna vez se encuentra con una amiga como la mía, por favor, no le presente a su novio....cruce la acera.
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