lunes, 24 de enero de 2011

EL PASO DEL TIEMPO.

                      El culto al cuerpo al que se tenía sometida mi amiga Mirian, era algo fuera de lo común. Dietas, ejercicios de todo tipo, pilates dos veces al día, masajes y gimnasio a diario. No se privaba de nada, estaba demasiado delgada y me podía la preocupación, no es que hiciera competición ni nada por el estilo, pero lo que hacía se lo tomaba tan en serio que parecía que se le iba la vida en ello. Con frecuencia le comentaba que no me parecía correcto el estar tan dedicada a su cuerpo, pues en algún momento, era su propio cuerpo el que se le iba a volver en contra, ya que el tiempo y los años están ahí, ella tenía ya cerca de cuarenta, pero no quería ni oír hablar de ello.
                          Pero el tiempo fue pasando y mi amiga también lo notó en su cuerpo, yo le decía que siguiera con su buena alimentación y ejercicios, que era salud para ella, no, lo que necesitaba, era juventud y belleza, pero no era fácil de conseguir. Las señales del envejecimiento, arrugas y flacidez, difícil de borrar sin cirugía, Mirian era totalmente negada a este tipo de procedimientos. Pues no hubo nada que hacer, el tiempo, con su paso inexorable, fue marcando las pautas que debía, la de los años. Simplemente, ella, tuvo que aceptar el paso del tiempo.

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