AGRADECIDOS.

              El inicio de la carrera de caballos en la playa, era todos los años una gran fiesta, una gran multitud se reunía en el paseo marítimo y se producía unos de los mayores acontecimientos del año. Mucha gente bajaba a la playa, en bañador o sin el, dependiendo del tiempo, los habitantes del lugar, no se perdían el acontecimiento. Tampoco los turistas, que llegaban en masa, pues los tour operadores se encargaban de eso. Mis amigas y yo, veníamos de la ciudad en donde estábamos estudiando, perdíamos unos cuantos días de clases, pero eso era sagrado todos los años. Aparte de la carrera de caballos, se hacía una gran comilona y una feria en que los más pequeños e incluso los mayores, disfrutaban al máximo.

                Hacia  mitad de la noche, una tormenta fría y acompañada de una lluvia intensa, cayó sobre la feria, por lo que con rapidez los feriantes recogieron todo y los que nos encontrábamos paseando, nos marchamos a nuestras casas. Como suele suceder a veces, no todo pasó de la manera que esperábamos, sino que en un momento determinado, pareció que el río se iba a desbordar y los que nos encontrábamos cerca, nos refugiamos con premura en el centro de los mayores, que era lo que quedaba mas lejos y menos al alcance del río.
                     Pasamos la noche allí, intimamos unos con otros, los menos conocidos con los más, feriantes y visitantes de la feria hicimos un grupo común en torno a la desdicha. Algunos turistas también habían tenido que hacer causa común con nosotros, los que conocían algo de su idioma se ofrecieron rápidamente como traductores. Al día siguiente, el río  dejó que sus aguas volvieran a su cauce, por lo que los que nos encontrábamos prisioneros, pudimos volver a nuestras casas. Agradecimos que tan sólo fuera eso lo que nos hubiera pasado, que todos estuviéramos en esos momentos, sanos y salvos.