Seríamos mas felices cambiando drásticamente nuestra forma de vida?.
Más dinero, amigos diferentes, otra ciudad...nuestros hijos irían a colegios caros y de calidad, compraríamos ropa de marca y el chalet en las afueras que no nos falte.
La ilusión de siempre vendría en forma de crucero o un viaje que duraría meses, disfrutamos durante un tiempo de la nueva vida.
Pero luego...empezaríamos a echar de menos a los viejos amigos, las barbacoas acompañadas de nuestro vino favorito o de cervecita bien fría, recordamos con anhelo las acampadas en compañía de "todos" en las que disfrutábamos de la incomodidad de dormir en tiendas de campaña...
Ya no visitamos a la amiga-vecina de toda la vida con la que compartíamos casi a diario el café de la tarde, no tendríamos hombro en donde apoyarnos para llorar un rato ni alegrarnos con la felicidad de alguien.
Elegimos vivir como ricos cuando por naturaleza no lo somos, el ambiente que nos rodea ahora es de personas que disfrutan de otra manera, que gastan el dinero que tienen porque siempre hay más y disfrutan con eso, que no saben de confidencias y franqueza, que juegan de otra manera...
Nuestros hijos añoran la piscina pública y los amigos, quieren jugar al fútbol en el parque cercano a la vieja casa y no al golf, quieren ser "como antes" y la casa que ahora tienen les parece demasiado grande.
Contratamos a un decorador porque es lo que "ellos" hacen y nuestra pareja nos habla de una casa fría y aislada, ya no existe el sillón viejo en donde dormitaba su siesta.
Desaparece la ilusión de ahorrar para conseguir lo que queremos y al no tener que trabajar, nos hastiamos de no hacer nada.
Con el paso del tiempo las ganas de volver a nuestra antigua vida se hace cada vez mas acuciante pero ya es imposible, lo que dejamos atrás, no existe, son... solo recuerdos.
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