lunes, 8 de agosto de 2011

Un viaje inesperado.

Cuando salí de trabajar, en el bullicio de la puerta de entrada al colegio, encontré a Inés. Se ofreció a llevarme a casa en su coche, acepté de buena gana el ofrecimiento, me dolían los pies, y no sé si porque era Viernes, pero sentía un cansancio absoluto. Estuvimos hablando de nimiedades, hasta que me comentó que se iba de vacaciones a un pueblo desconocido. Conoció por Internet un chico, algo mayor que ella, pero que parecía muy agradable. Decidieron conocerse y ahora era cuando se reunía con él. Yo le comenté que iba al pueblo con mis padres, me acababa de comprar un piso y no tenía dinero. Aún faltaban varias semanas para que acabara el colegio, así que tendríamos que esperar. Cuando dos semanas más tarde recibí una llamada de mi amiga, , me resultó extraño, no nos solíamos hablar por teléfono. Acababa de ingresar a su madre en el hospital con un grave problema de salud, me regalaba el viaje. Me sorprendió esa decisión suya, al principio le dije que no podía aceptar, era un viaje largo y muy caro, pero al decirme ella que si no se perdería, fue cuando ya no pude resistirme. Y aquí estoy, en medio de la nada en un crucero que me llevará a no sé donde, embarqué ayer, no he tenido tiempo de mirar el programa. Las maletas de mi amiga y con el nombre de ella, es cierto que nos parecemos mucho, las dos rubias y de pelo largo y rizado, las dos delgadas y de ojos azules. Estoy cometiendo un delito, pues usurpo la identidad de otra persona, pero eso le da más sabor al viaje.

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