viernes, 4 de febrero de 2011

LA CUEVA.

En la montaña que se veía  cerca de mi pueblo, teníamos nuestra cueva,  mi padre la había construido  paso a paso a través de los años, hoy día era una casa a la que no le faltaba nada para parecerse a cualquier otra. En ella había dos baños, la cocina y tres dormitorios, el de mis padres, mis hermanas y   el mío y el de mi hermano.  En verano era fresca y en invierno daba calor. No podíamos pedir mas.
                        Disfrutábamos al máximo durante todo el año de nuestra casa, era oscura pero por momentos se notaba la claridad en ella. En las afueras, teníamos árboles frutales y un amplio margen de terreno que el césped había cubierto, así que de alguna forma era una especie de parque natural.
                             Durante los veranos hacíamos barbacoas y asaderos en la terraza, en los inviernos, nos guarecíamos en el interior.  Así era como vivíamos en nuestra cueva, felicidad máxima y sin nada que envidiar al resto del mundo.
                             

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