miércoles, 2 de noviembre de 2011

El chamán. ( I parte )

                                  Ayer pasó algo que creo será importante en mi vida. Vinieron a casa dos amigos que hacía muchos años que no sabía de ellos y contactamos de nuevo por causalidad. Marion y Eduardo son personas encantadoras, entrañables, se les ve una pareja bien avenida. 
                Por esas cosas que pasan y que yo a lo largo de mi corta vida he terminado de aceptar como normal, me entero de que Eduardo es chamán. 
                   En la visita de ayer, que ya habíamos previsto con anterioridad, Eduardo vino a hacer una limpieza de mi casa y de mi cuerpo y espíritu.
                         A las cinco estuvieron puntuales en casa, nos sentamos en la terraza. Vinieron provistos de todo lo necesario, ellos trabajan con plantas y hojas, muchas las consiguen en Las Palmas, otras las tienen que traer de México, o Sudamérica. Y empezaron poniendo las cosas necesarias en la mesa, una pipa enorme de piedra y madera, tabaco bendecido, un cigarro ya liado de gran tamaño con hierbas (no alucinógenas), en ocasiones son necesarias éste tipo de hierbas, no en mi caso, un vaso de agua y dejamos un plato con piedras que siempre tengo ahí, cobalto, piedra de luna, etc.
                                Para empezar Eduardo comenzó con rezos de agradecimiento a Dios, en su religión, que no recuerdo el nombre él lo llama Gran Espíritu, pero da igual, en el momento de los agradecimientos, todos los dioses son el mismo, llámese Alá, Buda o Jesucristo.
                                          Mientras Marion ayudada por una especie de maraca de sonido suave cantaba unas canciones tribales muy agradables de escuchar. Luego Eduardo se marchó hacia el resto de la casa a hacer la limpieza y Marion y yo nos quedamos hablando de nuestras cosas en la terraza.
                                        Cuando Eduardo volvió, empezamos con la limpieza física de mi cuerpo, con el tabaco sagrado hizo un círculo en el suelo y le prendió fuego con alcohol estando yo dentro, había un espíritu con no muy buenas intenciones que se negaba a desaparecer de mi lado, le costó un rato hacer que se fuera pero al final lo logró.
                            A todo esto quiero comentar que es la primera vez que hago una cosa de estas, que soy muy escéptica en lo que se refiere a santeros, personas que echan cartas, o que leen la mano y cosas así. Alguna vez que otra en mi vida he acudido siempre inducida por algún amigo a sitios de estos, pero nadie ha podido averiguar jamás nada porque yo no suelto prenda.
                               Pero con Eduardo ha sido distinto, que ¿ por qué ?  pues no lo sé, el día que lo averigüe se lo diré, le adelanto que quizá sea la bondad que adivino en sus ojos o el que lo que consiga sea a través de rezos tan parecidos a los míos.
                                    Bueno, lo cierto es que empato bien con él. Con Marion es otra cosa, porque empaté con ella desde el primer momento en que la vi.
                                     El Viernes quedamos para la segunda sesión, ya les contaré, gracias por leerme, Maca.












  

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