La lucha fue agotadora, cuando acabó el juicio, sólo quedaba un resto de frustación e intenso dolor.
La custodia de los niños, se la dieron a ella, como era de esperar, para mí, una de mis dos casas y mucho odio por su parte. Cuando salí del juzgado, sólo me acompañó la terrible sensación de abandono, del robo de lo que más que quería en la vida. Mis hijos fueron siempre mi prioridad ante cualquier situación, por ellos dejé un trabajo y me separé de mis amigos, todas las horas del día se las había regalado a ellos.
Nada de eso tuvo en cuenta la jueza que nos tocó. Estaba claro que al ser una mujer, se puso indefectiblemente de su parte. Mi ex, dijo las mentiras que le había dictado su abogado, fue su palabra contra la mía.
Fue de ésta manera como los niños que aún eran pequeños, pronto manipularon la triste separación de sus padres. No les costó demasiado, hoy día que ya han crecido y son casi unos hombres, lo siguen intentado. No da resultado, pero su forma de ser tiene mucho que ver con aquella separación tan dolorosa.
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