Me transportaba e inducía a tener la más atroz de las sensaciones. Mirando entusiasmada su magnífica presencia, no pude por menos que pensar en sentires de otros tiempos, en aquellos momentos en que sólo me dedicaba a las confidencias.
Cuando lo conocí, él era más joven que yo, después el tiempo y las circunstancias lo hicieron madurar muy rapidamente, entonces parecía muchos años mayor.
Ahora que sé que tendré que vivir sin él el resto de mi vida, lo que antes me parecían defectos, ya no me lo parecen, sólo recuerdos de su forma de ser generosa y amable.
En mis hijos tengo fielmente retratada la figura de su padre, sobretodo el mayor, es muy parecido a él, los otros dos quizá no tanto.
En fin, que a pesar de todo siento una alegría que me resulta difícil de transcribir, es porque he descubierto que vivo una segunda vida a través de mis recuerdos.
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