La ciudad se levantó con el clásico despertar de un lunes por la mañana, de malhumor y con precipitación. Yo, en mi pequeño apartamento de la avenida que daba a la playa, lo hice de igual manera, no me daría tiempo a ducharme siquiera, con la misma ropa que dejé la noche anterior salí esa mañana de casa.
Cogí el autobús que iba hasta la oficina y llegué justo a tiempo para ver entrar a mi jefe, todos mis compañeros me miraron al llegar.
El momento de salir se me hizo eterno. Un instante después de atravesar la puerta de mi casa, dos fuertes e insistentes golpes me hicieron volver atrás, mi amigo Norman se lanzó a mis brazos, con su característica forma de expresarse empezó a contarme algo entre aspavientos y grititos.
Lo senté en el sillón del cuarto de la tele y cuando logré calmarlo me habló.
— ¿Te acuerdas...del billete aquel...de lotería que compramos hace dos meses, en el mercado...del puerto? pues a que no adivinas que?... !!!NOS HA TOCADOOOO....!!!!—
— ¿Te acuerdas...del billete aquel...de lotería que compramos hace dos meses, en el mercado...del puerto? pues a que no adivinas que?... !!!NOS HA TOCADOOOO....!!!!—
—¿ Estás seguro de lo que dices Norman ?—, fue lo único que acerté a decir.
Respondió que sabía que no me lo creería y había traído el periódico. Juntamos las cabezas y miramos la página de la lotería. Efectivamente, allí estaba nuestro número, comparamos con los dos billetes que Norman sacó arrugados de su billetera. — Meri, me dijo, ¿ que vamos a hacer ahora ?—.
Respondió que sabía que no me lo creería y había traído el periódico. Juntamos las cabezas y miramos la página de la lotería. Efectivamente, allí estaba nuestro número, comparamos con los dos billetes que Norman sacó arrugados de su billetera. — Meri, me dijo, ¿ que vamos a hacer ahora ?—.
—Lo primero que haremos es celebrarlo con un par de wiskis y luego iremos al banco y lo tercero—, le dije mirándolo de cerca—, es no- de-cir-se-lo-a-na-di-e- ¿entendiste bien esto último? a na-die.—
Cuando le hablaba en ese tono se asustaba, para mi amigo Norman, yo, a pesar de tener casi su misma edad a veces hacía de la madre que nunca conoció y me solía hacer caso.
El resto de la tarde lo dediqué a pensar que banco era el mejor para meter nuestro dinero, tenía que ser uno diferente y de prestigio. Cuando lo tuve claro después de varias horas en internet, me tomé un sedante para dormir y conseguí hacerlo durante varias horas.
Cuando le hablaba en ese tono se asustaba, para mi amigo Norman, yo, a pesar de tener casi su misma edad a veces hacía de la madre que nunca conoció y me solía hacer caso.
El resto de la tarde lo dediqué a pensar que banco era el mejor para meter nuestro dinero, tenía que ser uno diferente y de prestigio. Cuando lo tuve claro después de varias horas en internet, me tomé un sedante para dormir y conseguí hacerlo durante varias horas.
Acudimos al banco de ricos como lo llamamos, abrimos sendas cuentas e ingresamos los billetes, dejándole claro al director que el anonimato era primordial para nosotros, no le faltó sino besar por donde pasábamos.
El dinero estuvo allí durante semanas y meses, hablamos al principio de todo lo que íbamos a hacer, cambiar de barrio, de casa, comprarnos ropa de marca, repartir entre nuestra familia, viajes, y seguíamos teniendo millones. Al tiempo nos fuimos olvidando del dinero y nuestra vida siguió tal cual, como si retardáramos el momento de un cambio.
Un fin de semana estuve pensando mucho en eso y el lunes siguiente, llamé a Norman a cenar a casa.
En mitad de la comida le hablé de lo que pensaba, —¿te das cuenta de que no hemos tocado el dinero, ni tenemos planes para hacerlo?— sí,— respondió cabizbajo, como cogido en falta.
—Es que no queremos cambiar de vida, Norman, estamos bien aquí, es lo que hemos conocido desde que nacimos, es nuestro barrio, nuestra gente a la que queremos y con la que compartimos nuestra vida, las que nos ayudan cuando tenemos problemas, ellos nos quieren también a nosotros, ¿ por qué nos vamos a marchar ?—.
—Es que no queremos cambiar de vida, Norman, estamos bien aquí, es lo que hemos conocido desde que nacimos, es nuestro barrio, nuestra gente a la que queremos y con la que compartimos nuestra vida, las que nos ayudan cuando tenemos problemas, ellos nos quieren también a nosotros, ¿ por qué nos vamos a marchar ?—.
—He pensado algo, dije en voz baja, no sé si te gustará, yo lo voy a poner en práctica.—
Una semana después, nuestras familias, vecinos, mis compañeros de trabajo y los de Norman y algunos amigos especiales, recibieron de manera anónima sobres con cheques a su nombre.
De esa manera compartimos con todos, nos sentimos felices al poder mejorar la situación económica de nuestros amigos y les dijimos que nosotros también,
...habíamos recibido sobres con dinero.
...habíamos recibido sobres con dinero.
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