domingo, 14 de agosto de 2011

Romper con todo. ( I parte )

                        Al salir del agua, la marea había subido mojando las hamacas, retiré una de ellas unos metros más arriba y el encargado me instaló de nuevo la sombrilla. Suspiré con satisfacción. Me tumbé de nuevo, la hamaca, algo desvencijada por los años, cedió con un quejido bajo mi cuerpo. De esa misma manera me encontraba yo, quejosa y desvencijada. 
                     Había llegado a Santa Rosa el día anterior, después de los últimos acontecimientos me dije que poner tierra por medio sería lo mejor. Intentar abandonarme en la más absoluta de las soledades, a ver si dejando un espacio en blanco en mi vida, podía poner un poco de orden. 
                      Fue todo sin esperarlo, precipitado, me lo comunicó de la manera más simple que encontró. Sólo tres palabras para poner mi vida al revés. Quiero el divorcio.
                        Una vez dicho, intentó suavizarlo un poco, hasta a él las  palabras le parecieron muy duras. Pero el mal estaba hecho. Me impactó aquella decisión después de tantos años junto. No hubo comentarios por mi parte, ni iba a haberlos. El amor conlleva desamor.
                                Ahora, con cuarenta y cinco años, intentaba recuperar mi espíritu animoso e intentar de alguna forma, resolver ésta situación.






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