Fue una sensación de lo más extraña el día en que nos presentaron, una fiesta en casa de una amiga, ningún vínculo en común entre él y yo. Pero pude sentir como si lo conociera de hacía tiempo. A pesar de eso estuvimos sin vernos durante varias semanas, hasta que otra coincidencia hizo que nos encontráramos de nuevo. Miradas, sonrisas, sensación de ligera timidez por su parte y por la mía, demasiada algarabía, como para cubrir de alguna forma aquello que no sabía bien que era. De alguna manera y casi sin darnos cuenta, empezamos una relación que nos llevó a una prematura boda, pues seis meses más tarde, ya estábamos casados.
Que no lo terminé de conocer, estaba claro y que tampoco puse mucho interés en ello, más claro aun. Un año mas tarde, tenía un amante, le ponía los cuernos descaradamente a mi marido, no se como llegue a esa situación, porque en algún momento determinado, incluso llegué hasta a tener dos. No se si fue que me dejé llevar por personas que me aconsejaron mal o que yo tampoco tenía grandes deseos de actuar de otra manera, lo cierto, es que me convertí en lo que nunca me pude imaginar.
Lo peor de toda esta historia, es que cuando me quedé embarazada, no sabía a quien achacar la paternidad de mi hijo. Con lo que me quedaba de cordura, le conté a mi marido todo lo que había hecho, tuvo una reacción que nunca esperé, pues él sólo dijo, tu hijo, es mi hijo.
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