La encontré en cuarto trastero de mi casa. Una pequeña caja de zapatos. Durante años, nadie la había tenido en cuenta, porque entre tanta porquería como se reunía en aquella habitación, una cajita de menudo tamaño como aquella, no se notaba a simple vista. La encontré, porque unas vacaciones, me decidí a hacer limpieza de la habitación olvidada, así que subí a la azotea y empecé a sacar trastos que de tan antiguos no sabía ni que existían. Cuadros, tapices viejos, muñecos rotos, maderas que no se de donde salieron, estanterías, libros y entre muchas cosas más, la caja de zapatos.
Ya llevaba tanto rato en medio de todo aquello, que no se ni como se me ocurrió abrirla para mirar si había algo dentro y si, lo había. Al principio no me pareció que fuera nada a tener en cuenta, pero una vez que me puse a sacar trastos, encontré, en el fondo de la caja, una pequeña pistola cubierta de sangre. La cogí entre mis manos y me quedé mirándola como si tuviera entre ellas algo que no fuera de este planeta, pero para los efectos, era así, pues en una casa de buena familia como la mía, en que no había habido nunca ningún tipo de crimen ni asesinato conocido, encontrar una pistola ensangrentada, era como encontrar margaritas en el desierto.
Dos días después, acudí a casa de mi madre a que me ayudara a desentrañar el terrible misterio que se encontraba en la caja de zapatos. Pero no me fue de gran ayuda, pues tampoco ella entendió nada de lo que podía haber sucedido. Así, que solicitamos el auxilio de la abuela que aun vivía, al parecer en cuanto le expusimos el caso, no pareció demasiado ajeno a sus recuerdos.
Recordó como su hermano ya muerto, dejó embarazada a una chica de servicio, eran los dos muy jóvenes, la chica, no llegó a parir, porque desapareció antes, nadie supo adonde fue, su hermano nunca hablo del tema, ahora empezaba a comprender...y nosotras, también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.