miércoles, 8 de diciembre de 2010

NO ERA COMO LAS DEMÁS

              Sus ojos me miraban tras los cristales de la ventana. Siempre.
           Cada vez que pasaba ante su casa, ella estaba allí, con su mirada enigmática y sus enormes gafas de pasta, antiguas, que daba la impresión de no necesitarlas. El mismo gesto hierático, la misma rigidez en su forma de ver. En su observatorio, esperando no se qué... alguna vez pensé que si le tirara una piedra, no movería ni una pestaña.
             Pero un día al pasar no la ví, curiosamente, sentí una especie de disgusto, fue como si me quitaran algo mío, así que a la vuelta, toqué en la casa. Se había  enfermado por breve tiempo. 
                 Hice con Clara una amistad que duró muchos años, hasta que yo me mudé de ciudad, ella me dio cosas que de no conocerla, nunca hubiera experimentado.
                  Me enseñó a conocer lo que es el altruismo, el amar sin esperar nada a cambio y el saber que en el mundo hay muchos tipos de personas, que el futuro de todos no es el mismo, para algunos, es dentro de muchos años, para otros, el futuro es dentro de cinco minutos cuando, simplemente, una mano amiga les ayude a comer.
              Que unos nos reímos con una película o un chiste, que otros sonríen con que les hagan una carantoña o les digan cualquier tontería.
                    También me enseñaron mucho los padres de Clara, tanto o más que su hija, conocerlos a todos ellos, fue para mí, uno de los episodios mas satisfactorios de mi vida.

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