domingo, 10 de octubre de 2010

EL APROVECHADO

                   Cuando aquel día de enero, me llamo mi amiga Salomé, supe que no podía pasar nada bueno, pues nosotras no solíamos comunicarnos casi nunca, sino cuando teníamos algún evento entre compañeras o algo mas siniestro. Y,efectivamente, no anduve desencaminada, pues lo que me acababa de contar, no era como para sentirse precisamente feliz. Teníamos un amigo, Lucas, que la policía lo había encarcelado en una redada, entre todos los conocidos, intentábamos hacer una colecta para conseguir el dinero de la fianza y sacarlo de la cárcel. Me apunté como la primera, quería a Lucas con locura, en una época había sido casi medio novio, no quería que estuviera ahí metido. Días mas tarde, reunimos el dinero suficiente y Lucas salió de la prisión, agradecido con todos los amigos y compañeros que habían colaborado y se habían esforzado por ayudarlo de aquella manera tan altruista. Al no tener donde quedarse, le sugerí si quería hacerlo en mi casa, a lo que aceptó encantado, vivía con un grupo de amigos, pero no les parecía justo comprometerlos hasta el punto de volver otra vez a la casa. Y como cabía esperar, entablamos de nuevo una relación, que por tan intensa parecía como si fuera nueva.
                Meses después, Lucas seguía viviendo en casa, yo seguía con mi trabajo y la vida continuaba su rumbo habitual. Ese día cuando llegué después de una jornada bastante agotadora, sabía que no iba a pasar ni un minuto mas sin preguntarle en que momento pensaba buscarse un trabajo y compartir gastos. No obtuve una respuesta satisfactoria, se evadió como pudo y supe que no podría aguantarle mucho mas.
                 Lucas se había convertido en un aprovechado de las circunstancias, no era la persona que yo recordaba, había cambiado para peor. Lo que él no sabía, era que yo no iba a permitir que él se aprovechara de mí, ese día según llegó a casa, le puse las maletas en la puerta y con todo el cariño del mundo le dije, olvídate de mí.

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