Me deslicé por un terraplén no demasiado inclinado, un desnivel, ocasionado por alguna sacudida de tierra, hizo que sin darme cuenta, resbalara de la manera mas tonta. Era una finca, propiedad de un amigo, la invitación a pasar unos cuantos días, me había hecho ser un poco detective, así que me propuse, investigar como era el cortijo. Una hacienda grande, demasiadas hectáreas para poder mantenerla en condiciones, tres viviendas de enormes proporciones y la caseta del guarda, ocupaban la extensión de la finca. La rodeaba un muro de unos tres metros de altura, que impedía la vista desde la carretera, no tenía cámaras, ni ningún otro tipo de sistemas de seguridad.
Una fantasía, de lo más ilógica y absurda, un despropósito ante la vida, un desvarío, cuando los dueños me propusieron tamaña disparidad, me llevé las manos a la cabeza, no se me ocurría que mentes que pensaran de manera mas o menos con cierta lógica, se les ocurriera tamaño disparate.
Querían cambiar la forma de todo lo que les rodeaba, cambiar el entorno de tal manera, que fuera irreconocible. No sería por dinero, porque les sobraba. Querían cambiar el cielo y la tierra, el entorno y lo que no lo era. Lo querían cambiar todo. Cierto es que yo era un científico con fama reputada, que podía conseguir lo que casi nadie conseguía. Pero todo tenía un límite, no es que no pudiera, porque podía, es que no quería, había algo que se llamaba ética profesional, ellos posiblemente, no supieran de que estaba hablando, pero aunque se lo intenté explicar, sus pequeñas mentes, no captaban.
El mundo, no se había hecho para cambiarlo, en todo caso..... para mejorarlo.
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