Arrebujada en mi abrigo, toque el timbre y subí, me había contratado el padre para ayudar al chico tres veces por semana en sus clases de ingles. Al presentarme al muchacho, me sorprendí, no era tan joven como creí, no obstante había repetido varias veces, pero empezamos la primera lección y vi que tenía un nivel medianamente alto, me explicó que había estado en un colegio bilingue de pequeño, se notaba.
Yo estudiaba literatura inglesa, me pagaba las clases dándolas yo a mi vez. Ahora mismo no tenía sino tres alumnos, no podía coger mas, porque estaba en exámenes y no tenía tiempo. El tiempo que le dediqué a Martín, me hizo conocer a un chico serio y responsable, se parecía un poco a mí, no era buen estudiante, en eso estribaba la diferencia, pero su padre lo había enfocado al bachillerato inadecuado, él era mas de letras, estar haciendo ciencias no le beneficiaba en absoluto. Varios años mas tarde, recordando esa etapa de mi vida, pensaba en que momento me enamoré de Martín, no creo que fuera el primer día, pues no recuerdo flechazo ni nada parecido, quizá dado mi carácter, fue mas bien algo paulatino. El mantener relaciones con él, fue de lo mas natural, era como si estuviera escrito que tuviera que pasar así. Yo no había tenido nunca novio serio, escarceos amorosos, si, algunos, pero nunca me había visto metida en una situación tan complicada como aquella.
Meses después, Martín se marchó durante veinte días a otro país con un amigo, tenían previsto el viaje hacía tiempo, el fue el que sugirió que mientras estuviera fuera, le diera clases a su padre, que necesitaba poner su inglés al día. El viaje de Martín, se prolongó durante dos meses mas, en ese intervalo de tiempo le di clases a su padre y también me dio tiempo de empezar a conocerlo como persona. Era un hombre culto y sensible, rozaba los cuarenta y tantos, bien conservado, se le notaba que aunque el deporte no era lo suyo, él lo decía, si le gustaba caminar a diario varios kilómetros y tenía una bicicleta estática en su casa que utilizaba todos los días. Era separado, le gustaba el cine, como a mí, el teatro , como a mí, le fascinaba la ópera, como a mí. Cuando sonreía, se le iluminaban los ojos de tal forma, que yo me quedaba mirándolo como si viera... El mantener relaciones con él, fue de lo mas natural.Era como si estuviera escrito que tenía que pasar así.
Se acercaba el momento en que Martín regresaría, los quería demasiado a los dos, escribí sendas cartas a cada uno y las envíe. Luego, simplemente, me aparté de sus vidas.
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