Me sentía desamparada, no tenía dinero para practicamente nada, para mí, eso constituía un auténtico motivo de soledad frente al mundo que me había tocado vivir. Se me apetecía hacer cosas, cursos de teatro que me gustaban, quería estudiar una carrera que no podía, todo costaba dinero, puta mierda. Dicen que hay que vivir con lo que se tiene, pero cuando quieres ir mas allá y tienes que dar dinero en casa, es difícil encontrar la solución. Pero mis hermanos mas pequeños, Diego y Tina, me la sugirieron. Como todos habíamos estudiado baile en el colegio cuando pequeños, decidimos montar nuestro propio espectáculo, ¿por que no iba a dar resultado? todo era cuestión de intentarlo.
Trabajamos duro durante varios meses, no fue tan sencillo como pensamos al principio, pero surgió la oportunidad de un concurso y nos preparamos para ello. Ganar fue sencillo, sobretodo, porque el resto de los participantes tenían un nivel muy bajo, pero ganamos y pasamos a una selección nacional. Ya por ese entonces, teníamos clubs de fans, contratos y un director de escena, nos ensayaba y nosotros nos dejábamos llevar, lo mas importante, era que estábamos ganando dinero.
Todo fue una vorágine que nos cogió por sorpresa, dos años mas tarde y de común acuerdo con mis hermanos, nos retiramos de todo aquello, no nos dejamos manipular por tanta gente que de repente surgió a nuestro alrededor, queríamos nuestra vida tranquila y sencilla de antes, nuestros amigos y nuestra familia. A todos los estábamos perdiendo, nos sentíamos desamparados, antes por tener poco, ahora también, por tener poco, pero de otra calidad.
Al retirarnos y recuperar lo nuestro, recuperamos también, nuestra verdadera identidad.
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