lunes, 23 de abril de 2012

Mi familia.

                                             Mi padre nació en el año 23 en una familia con dos hermanas más. En su casa no existieron nunca palabras de cariño ni  afecto. Nadie lo enseñó a decir "te quiero".
                             Vivió siempre con la no aprobación de los adultos que le rodeaban, más bien sobrevivió de esta forma. Padres silenciosos, callados... vivió en el más absoluto de los aislamientos. En su casa no entraban amigos ni otros familiares ya que sus padres vivían por y para el trabajo. Fueron épocas duras. 
                              
                               Su familia se trasladó a otro lugar en donde había costa cuando el tenía unos veintipocos años, su padre tenía barcos de pesca y fue el último intento antes de que la empresa se hundiera definitivamente. Se vieron en una ruina que jamás pensaron. En ese entonces conoció a mi madre. 

                                       Mi madre llevó una vida parecida a la de él en el plano afectivo. La última hija de once hermanos, sus padres se despreocuparon de ella, habían hermanas mayores que la cuidaban y protegían, ellos bastante tenían con llorar la muerte del hijo fallecido hacía unos meses.

                                      En aquel entonces ya tenían los dos cerca de los treinta, mi madre ya era mayor y decidió casarse con él. La familia no se opuso, o se casaba o la mantenían los hermanos de por vida. Así vivían las mujeres en aquel entonces. Ninguno de los dos, por diferentes circunstancias, pudieron estudiar. 
                                      
                                 El casarse fue lo más lógico, mi padre porque estaba muy enamorado, mi madre abocada a las circunstancias. Mi padre era un buen hombre y cuando se conocieron luchaba por mantener a flote la empresa pesquera. 
                                     Y llegaron las hijas, tres. Yo, la mayor. Nos criamos en esa pareja proveniente de mundos distintos pero tan  parecidas.
                                       En hogares con carencias, los hijos suelen criarse de la misma forma...o no...
                                    Pero en aquel entonces no había la información que hay hoy. Ellos ignoraban que las cosas se pueden hacer de otra forma. Lo hicieron lo mejor que supieron, igual que sus padres.
                                  Yen ese núcleo familiar crecimos las tres. Nos lo tuvimos que trabajar muy mucho para poder reconocer los problemas emocionales que llevábamos a cuestas. 
                                      Unas los guardamos en la profundidad de un cajón cerrado a cal y canto. Otras con más fortuna empezamos desde adolescentes a buscar información por uno u otro método. Otras dedicamos parte de nuestra vida al rencor y al odio.
                                       El dolor formó parte del no saber. Del no entender.
                                        Hoy día, mujeres ya, seguimos en este trabajo que en ocasiones nos alivia y nos protege.
                                       A veces es necesario más de una vida para entender, de alguna u otra manera...estamos en el camino.






                              

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