domingo, 18 de marzo de 2012

Una extraña cita.

                                                 El sonido de mis tacones en la calle solitaria se oía para atracción de ladrones y asesinos. O al menos eso me parecía mientras caminaba hacia la extraña cita. La llamada la escuché esa mañana en la oficina y hasta que salí, ya de noche, no pude dejar de pensar en ella.
                                El suceso había pasado muchos años atrás y no entendía quien podía querer recordarlo, o hacerme chantaje... Sólo era una adolescente cuando murieron mis padres e ir a casa de unos tíos lejanos fue mi única opción. No existían más familiares, así que cambié de ambiente y de país, una lengua extraña y gentes desconocidas fue lo que me dio mi nueva vida. 
                                  Mi nueva familia se componía de cinco miembros, ya que mis tíos tenían dos hijos. De ellos aprendí lo que son las burlas, los maltratos y el odio. También aprendí a matar.
                                 Lo primero que maté fue mi anterior vida y los buenos propósitos y educación que me dieron mis padres.  Después y de la forma más inesperada, los maté a ellos.
                                  Una noche de un invierno cruel, en que las estufas de la casa estaban encendidas, se prendió fuego. En mi habitación escuché el chisporroteo de las llamas en el piso de abajo, me asomé desde lo alto de la escalera y observé en silencio el fuego. Después con inusitada tranquilidad, bajé por la ventana de mi cuarto. Cuando ellos se vinieron a dar cuenta, ya era demasiado tarde. De alguna manera fui la causante de sus muertes.
                                  También lo sería de la persona que encontraría en esta extraña cita.
                                          
                                           








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