Acodada en la barra, miraba con hastío a los invitados a la fiesta. La había organizado como siempre su marido, ella simplemente participaba del espectáculo un tanto ajena a él.
Soñaba despierta o simplemente pensaba en sus propias historias, miraba a la gente sin verlos. En un determinado momento despertó de sus ensoñaciones al sentir que alguien le tocaba el hombro. Al volverse se encontró de frente con Graziela, una de sus dos mejores amigas. Graziela la miraba con burla, la conocía bien y sabía de sus pensamientos.
—¿Qué, estás aquí o en los brazos de alguien?—le musitó al oído.
—Déjame tranquila, siempre llegas en el momento mas inoportuno.
—Oh, oh, veo pensamientos impuros en tu mirada. Ya sé que no ha llegado todavía, pero sabes como es, aparecerá en el instante en que ya no puedas más.
—Ay, siempre dices lo mismo, pero tienes razón, lo amo tanto que daría algo por poder compartir el resto de mi vida con él.
—Pero Lucía, él jamás te dará lo que tienes ahora, es un simple maestro, lo que cobra en un mes, tú lo gastas en un día.
—Lo sé, lo sé, pero no quiero ni pensar que desaparezca de mi vida. Me moriría.
Graziela se la quedó mirando unos instantes mientras cavilaba lo necesitada de afecto que estaba su amiga. Cierto es que no tuvo una vida agradable, que la acompañó la suerte al casarse con un hombre rico y poderoso, por eso mismo pensaba que Javier nunca la dejaría ir de su lado, se lo pondría tan difícil que tendría que desistir.
La sacaron de sus pensamientos el gemido de su amiga al ver entrar a su amante. Marisa se volvió de espaldas a la puerta en un vano intento de disimular su turbación. Graziela hizo lo mismo. Se acercó a las dos y las saludó con un beso. Graziela lo miró con interés mientras pensaba que lo normal era que su amiga estuviera loca por él. Moreno de ojos verde oscuro, la sonrisa alegre y un tanto despreocupada, lo hacían realmente irresistible; alto sin llegar a serlo demasiado, era la viva imagen de la autenticidad. Su rostro hablaba de una persona tierna y sensible.
Durante unos minutos charlaron de intrascendencias, y mientras ellos se citaban para la noche, Graziela miró a otro lado simulando no enterarse. Lo hacían siempre de esa manera, los tres juntos iban a todas partes, la cuestión era que el marido de Marisa no sospechase nada.
Pero Graziela sabía que él estaba enterado...
....para eso ella era su amante.
—Oh, oh, veo pensamientos impuros en tu mirada. Ya sé que no ha llegado todavía, pero sabes como es, aparecerá en el instante en que ya no puedas más.
—Ay, siempre dices lo mismo, pero tienes razón, lo amo tanto que daría algo por poder compartir el resto de mi vida con él.
—Pero Lucía, él jamás te dará lo que tienes ahora, es un simple maestro, lo que cobra en un mes, tú lo gastas en un día.
—Lo sé, lo sé, pero no quiero ni pensar que desaparezca de mi vida. Me moriría.
Graziela se la quedó mirando unos instantes mientras cavilaba lo necesitada de afecto que estaba su amiga. Cierto es que no tuvo una vida agradable, que la acompañó la suerte al casarse con un hombre rico y poderoso, por eso mismo pensaba que Javier nunca la dejaría ir de su lado, se lo pondría tan difícil que tendría que desistir.
La sacaron de sus pensamientos el gemido de su amiga al ver entrar a su amante. Marisa se volvió de espaldas a la puerta en un vano intento de disimular su turbación. Graziela hizo lo mismo. Se acercó a las dos y las saludó con un beso. Graziela lo miró con interés mientras pensaba que lo normal era que su amiga estuviera loca por él. Moreno de ojos verde oscuro, la sonrisa alegre y un tanto despreocupada, lo hacían realmente irresistible; alto sin llegar a serlo demasiado, era la viva imagen de la autenticidad. Su rostro hablaba de una persona tierna y sensible.
Durante unos minutos charlaron de intrascendencias, y mientras ellos se citaban para la noche, Graziela miró a otro lado simulando no enterarse. Lo hacían siempre de esa manera, los tres juntos iban a todas partes, la cuestión era que el marido de Marisa no sospechase nada.
Pero Graziela sabía que él estaba enterado...
....para eso ella era su amante.
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