Aquella tarde del mes de Marzo, fue cuando me di cuenta de que el hombre con el que compartía mi vida, era homosexual.
A pesar de eso, lo seguí amando de la misma manera casi tres años más. Fue terrible enterarme que vivía con tanto dolor dentro. El mismo dolor que ahora yo compartía con él.
No quise separarme porque lo amaba. Buen padre y buen marido, así había sido siempre para nosotros. Trabajador incansable, siempre tenía una palabra amable para con todos, generoso al máximo.
Me enteré de su otra vida por una carta anónima que llegó a mi nombre, alguien quería hacerle daño, quizá algún amante despechado. Lloré mi tragedia y la suya, pero no podía cambiar mi forma de sentir respecto a él. No sabía si decirle que estaba enterada u olvidarme del tema y seguir con nuestra engañosa vida.
Pero aquella tarde del mes de Marzo, al llegar a casa, lo encontré sentado llorando. No pudo más con el peso que llevaba a sus espaldas, me hablo desde lo más profundo de su ser, las súplicas de perdón surgieron espontaneamente.
Mi marido es un buen hombre, decidí seguir compartiendo mi vida con él.
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