Me quedé ensimismada mirando al cielo durante tanto rato, que no lo oí llegar, el azul celeste me tenía embobada, llevábamos muchos días de tormentas y lluvias continuadas y hoy era un regalo de los dioses. El desconocido se sentó a varios metros de donde me encontraba, no llevaba toalla ni útiles de playa, un simple bañador y camiseta. Cuando me vine a dar cuenta que lo tenía al lado, fue al subir del agua, tetas al aire y lo más corto que se da en bikini, me hice como que no se que existes y me tumbé de nuevo en la toalla, la playa, casi desierta. Él dijo un tímido buenas tardes, yo, lo miré como quien de repente ve a un cangrejo de playa y respondí a su saludo.
Al rato, recogí mis cosas y me marché, la comodidad de encontrarme sola había desaparecido. Al llegar a casa, no me lo podía creer, allí estaba él, el hombre de la playa, sentado a la mesa de la cocina, rodeado de mis padres y hermanos tomando un café y al parecer, divirtiéndose, pues las risas se oían desde la calle. Ven María, me llamó mi madre entusiasmada, te voy a presentar a Julio, es compañero de tu hermano en la fábrica. Le saludé sin entusiasmo y comenté que me tenía que marchar, pues había quedado.
Lo volví a ver dos días después, en una calle cualquiera, se enfrentó directamente a mí, me soltó de sopetón lo de no te gustó que te viera las tetas o qué, dí media vuelta y me marché, sería guarro, y mi hermano hablando maravillas de él en mi casa.
Una semana más tarde, una chica del pueblo lo denunció por intentar violarla, lo echaron del trabajo y un mes después se fue del pueblo. Está claro, pensé para mis adentros, que no es oro todo lo que reluce.
Lo volví a ver dos días después, en una calle cualquiera, se enfrentó directamente a mí, me soltó de sopetón lo de no te gustó que te viera las tetas o qué, dí media vuelta y me marché, sería guarro, y mi hermano hablando maravillas de él en mi casa.
Una semana más tarde, una chica del pueblo lo denunció por intentar violarla, lo echaron del trabajo y un mes después se fue del pueblo. Está claro, pensé para mis adentros, que no es oro todo lo que reluce.
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