lunes, 18 de abril de 2011

Mi amigo de baño.

Me acerqué a la laguna como hacía casi a diario, busqué la zona en donde el agua no se encontrara tan cenagosa para poderme bañar, un poco más a lo lejos, una pequeña cascada dejaba las aguas limpias y transparentes y las miré con la satisfacción del que encuentra lo deseado.
Me quité la ropa y sabiendo que no había nadie alrededor, me sumergí en las límpidas aguas. Era un auténtico placer el sentir en el cuerpo desnudo la sensación fresca y natural del pequeño lago, durante un buen rato retocé como un animalillo, nadé y me zambullí varias veces disfrutando del frío del agua.
Fue entonces cuando oí el sonido que desconocía, un ruido un tanto extraño y no habitual en esa zona. Me quedé quieta durante un minuto, el ruido cesó, pensé que quizá podía haber sido mi imaginación, pero sabía que no, que lo que había oído era tan cierto como que el cielo estaba arriba.
Entonces, él salió y me saludó con timidez, un simple hola y su mano levantada. Yo me encontraba en medio de la laguna y allí me quedé, pensé que estaba más segura, él, en la orilla, desnudo, parecía que su intención era la de bañarse.
Se sentó, fue un detalle por su parte, pues así no veía su desnudez, empezamos una conversación un tanto simpática, pues así resultó ser mi compañero de baño, era del mismo pueblo que yo y teníamos amigos en común. En fin, que una hora más tarde, le ofrecí que bajara a bañarse, no me lo impidió el que estuviera desnudo, realmente ni me acordaba. Hicimos una gran amistad, que conservamos hoy día, somos amigos de baño y aunque poca gente lo crea, no mantenemos relaciones de otro tipo.

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