Existe una emoción intensa cuya palabra la define por si sola, es la ira, lo contrario, es la serenidad.
La ira nos lleva a momentos que en otras ocasiones nadie desearía para sí. Instantes casi de terror emocional, en que de alguna forma perdemos el norte de nuestra manera de ser y de vivir. En esos momentos, somos capaces de actuar como jamás habíamos pensado que lo haríamos, hay una fuerza mayor que nos empuja a ello si no tenemos una mente y un espíritu entrenado para lo contrario.
Las personas que sienten ira con frecuencia, suelen también sentir otro tipo de emociones igual de dañinas, tales como odio, rabia,sarcasmo,impaciencia,intolerancia,enfado,etc., es difícil relacionarse con ellas, pues suelen mostrar esa manera de ser en muchas ocasiones, los que las rodean se sienten abrumados y no saben como actuar.
El odio no es justificable, no es sano y afecta la salud del que odia y del odiado. El odiado, es libre de actuar como quiera y no tiene porqué hacerlo según los patrones del que odia. Palabras terribles. Cambiar la forma de pensar y de sentir es complicado, pero no imposible, hay que empezar reconociendo que somos nosotros los responsables de nuestra ira, a partir de ahí, puede que se origine algún tipo de liberación del hábito adquirido.
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