domingo, 16 de enero de 2011

TRES PERSONAS DESCONOCIDAS.

                  Un hombre salió una madrugada dando tumbos del casino, los porteros se apartaron para dejarle paso mientras se miraban entre si. Caminó ensimismado y cabizbajo hasta el malecón, una vez que hubo llegado al sitio mas profundo, sin pensárselo dos veces, se tiró.
                       Un chico joven, salió a esa misma hora de su casa a correr por la avenida donde se encontraba el malecón. Pasó sin darse cuenta cerca de donde estaba el muerto, lo vio y dio la voz de alarma.
                           En ese momento, una mujer cerraba la puerta de su casa y acudía al hospital en donde trabajaba. Tenía turno de mañana, era médico de urgencias.
                           Tres personas desconocidas hasta entonces, tomaron contacto ese día en un hospital, la hija del señor que había fallecido, el chico que dio la voz de alarma y la médico.
                         Los hados habían dispuesto para ellos, un entramado, de lo que no tenían ni idea. En la sala de espera, Carlos, intentaba consolar a Sara, la hija del señor, que no sabía nada de las adicciones de su padre, estaba realmente afectada y lloraba con gran desconsuelo.
                        La doctora, llamada Rosa Benítez, entró en ese momento, mientras hablaba, miraba  mas a Carlos que a la hija del señor, por lo que este se empezó a sentir un tanto incómodo y en un momento determinado dijo que iba a salir afuera. Mientras se terminaban de arreglar papeles policíacos y demás, pasó toda la mañana. Al mediodía, acabada la burocracia, todos  pudieron irse a casa.
                                 Al día siguiente, una llamada temprana, despertó a Carlos. Rosa estaba al teléfono y quería una cita con él. Como no sabía que decir, ni para que era dicha cita, quedó por la tarde con ella, no entendía nada.
                                  Ella le hablo de sentimientos, de amores, de sentirse atraída por él. En todo este batiburrillo, Carlos acertó a decir que se lo pensaría.
                                     Pero el próximo día, nuevo mensaje telefónico. Sara iba hacia su casa.
                            Carlos pensó que algo malo tenía que haber hecho para que le estuviera ocurriendo tamaño despropósito, así que hizo la maleta y desapareció para siempre de la ciudad.
                            
                       
                         

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