Caminaban juntas, bolsos al hombro y botas altas, se notaba que iban de compras, las rebajas habían empezado hacía poco tiempo y las calles estaban llenas de gente. Las dos amigas intentaban encontrar lo más barato de lo barato, llevaban fuera de casa desde primera hora de la mañana y el cansancio se notaba en sus rostros. Pararon un rato en un pequeño banco de un parque cercano a donde se encontraban, una botella de agua fue suficiente refrigerio para en diez minutos retomar la marcha. Al llegar a casa, casi de noche, las compras necesarias, estaban hechas.
De familia de pocos recursos, no se podían permitir lujos de ningún tipo, las dos tenían trabajos en tiendas y no habían accedido a estudios superiores, sus familias no se lo pudieron permitir. Pero la vida da muchas vueltas y en una de ellas, Claudia, conoció a una persona que le dijo de hacer de modelo en una discoteca. Así empezó una historia, que tuvo un final feliz, porque, como decimos, la vida, da muchas vueltas.
Empezó el trabajo en aquella discoteca que eran pases nocturnos en ropa interior, para hombres deseosos de ver a una serie de jovencitas medio desnudas. Ella, tan joven, ni se daba cuenta. Su amiga, mas espabilada, se lo hizo ver. Fue la que la sacó de aquella especie de antro en que la habían metido, sin casi darse cuenta. Un mes más tarde, lo recordaban, simplemente, como una anécdota.
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