Me parecía una feria de lo más entretenida, bueno, como son todas las ferias del mundo, con sus norias, sus tiovivos, sus casetas llenas de peluches de lo más variado, en fin, como todas las ferias del mundo. Nos acercamos a comprar un algodón de azúcar de un intenso color rosa y mientras lo saboreábamos, proseguimos el paseo. Una multitud de lo más variopinta, inundaba el recinto, el colorido y los olores entremezclados formaban parte del cuadro.
Iván y yo, nos habíamos conocido hacía poco tiempo, pero intimamos pronto, pues nos pareció tener caracteres parecidos. Paseábamos cogidos del brazo como cualquier pareja, de vez en cuando, acercábamos nuestros labios y un beso tenue y fugaz aparecía en nuestros labios. Buscábamos los lugares más recónditos y oscuros, para en ellos poder dar rienda suelta a nuestro amor. Fue en uno de ellos, cuando estábamos en pleno apogeo y entusiasmo amoroso, que al dar un par de pasos hacia atrás, tropezamos con un bulto que nos encontramos en el suelo. Paramos para mirar lo que era, una joven yacía tirada, envuelta en una especie de saco, al tocarla, se quejó, como si le doliera algo, por lo que llamamos a la policía por el móvil.
Al rato, llegó un coche patrulla, que llamó con rapidez a una ambulancia, la chica había sido acuchillada. Nosotros, sólo pensamos que la próxima vez que fuéramos a una feria a dar rienda suelta a nuestro amor, lo haríamos en un lugar algo más público.
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