martes, 11 de enero de 2011

MI CASA COMPARTIDA.

                        Cogí el taxi a la salida del mercado, no tuve mas remedio, aunque me quedaba cerca de casa, porque el dolor en la pierna me imposibilitaba a seguir caminando. El taxista era un hombre joven y bien parecido, se notaba que el coche no era suyo, seguro que lo tenía de alquiler o algo así. Le pedí disculpas por lo cerca que iba, le dije que tenía un  problema en una pierna. Cuando llegamos a la dirección de mi casa, se bajó, amable, ayudándome con los bultos. Subí a mi piso mientras pensaba en con quien me encontraría al llegar.  Mi piso era compartido con mas gente, en concreto con cuatro chicos más. Al ser estudiantes, nunca sabía si iban a estar en casa o en la biblioteca o que se yo. Les había alquilado las habitaciones por necesidad económica, no me iba mal. Como era una casa grande y bien distribuida, cada habitación tenía su baño, la cocina era común.
                          Pero los chicos sólo desayunaban y cenaban en casa, el almuerzo lo hacían en la universidad. Eran buena gente, se encargaban de la limpieza de sus cuartos y nunca tuve problema con ellos.
                             El problema llegó, cuando una tarde de Noviembre, fría como pocas, tocaron a la puerta de mi casa, la policía, me dijo una voz seria y gutural. Como sucede en estos casos, uno en seguida abre la puerta y se asoma a preguntar que es lo que sucede. Tráfico de drogas en mi casa? No daba crédito a lo que oía, inspectores y papeles en regla para inspeccionar mi casa de arriba a abajo, no pude poner ningún tipo de objeción, empezó un registro de lo más minucioso. 
                               Encontraron todo tipo de drogas que no pude ni imaginarme, por supuesto, quedé absuelta de todo cargo, para la próxima vez, tendría mas cuidado con quien metía en mi casa.
                                                 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hola, gracias por dejar sus comentarios, prometo contestar a todos. Besos, Maca.