jueves, 13 de enero de 2011

LOS OLORES DE AQUELLA PRIMAVERA.

Aquel hermoso día de primavera, decidió quedarse en casa a hacer las mediciones, iba a comprar muebles nuevos, tendría que calcular las distancias en los lugares en que quería ponerlos. Era un trabajo un poco engorroso, al menos para ella, pues ese tipo de cosas no eran precisamente de su agrado, pero tenía que hacerlo.
                  Una hora más tarde, ya había terminado, salió al jardín con una copa de vino y se sentó en una de las mecedoras a observar las maravillas que había logrado el jardinero. Era de admirar. De lo que en un principio sólo fueron cuatro arbustos, en la actualidad, se veía un auténtico florecer de todo tipo de colores, a cada cual mas intensos. Verdes impetuosos y rosales de ardientes rojos y apasionados morados, se entremezclaban con unas esterlizias orgullosas y pequeñas florecillas de un amarillo suave y tierno. 
                       Respiré profundo y me inundé de los magníficos olores del campo, que hondos y vitales, atravesaron mi alma. Poco a poco fui sintiendo como si se posaran en mi cuerpo y me dejaran un halo de frescor. El sueño me fue venciendo, la tarde, decayendo poco a poco, dejaba una estela de tenues rosados en un cielo azul. Sólo podía seguir sintiendo dentro de mí, los olores de las flores del jardín. Rosas, claveles silvestres, gardenias, romeros y lavandas, las sentía unida en un concierto sin fin. Cuando la noche pidió paso de sutil manera, los olores y colores, ocultaron su razón de ser, sería en otro momento, cuando al identificarse con la nueva luz del día, nacerían de nuevo.

                   

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