Cinco días y cinco noches, esperando por él y sin aparecer. Cinco días y cinco noches sin comer, sin dormir, sin vivir...Al cabo de las cuales apareció como si nada hubiera pasado, como si hubiera salido de casa cinco minutos antes.
Pero diez días mas tarde y en contra de lo que se me apetecía hacer, me marché a casa de mi madre, en donde tampoco aguante mucho tiempo porque me instaba a volver con él. Sin saber muy bien que hacer, me dirigí a casa del único hermano que tenía. Ochenta kilómetros después, llegué. Y, ochenta horas más tarde, mi marido apareció por el pueblo a buscarme, localizarme no le costó demasiado, era policía y no de esos buenos que salen en las películas, sino de los otros.
Fueron unos años atroces, ahora lo puedo contar con calma, pero en aquellos momentos, creí que la muerte y yo nos dábamos la mano en cualquier esquina. Pero todo pasó a la historia de mi vida, hoy día vivo feliz y tranquila, la ayuda de mi hermano fue crucial en aquellos instantes tan crueles, la fortuna se puso de mi parte, un día, en medio de juicios, papeleos y burocracia, mi marido apareció muerto en una calleja oscura y aislada, se dijo que el robo había sido la causa, nunca le pregunté a mi hermano, él, tampoco me dijo nunca, nada.
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