Y por los siglos de los siglos...en la pequeña iglesia se oyó a coro a los feligreses entonando el améeennn. Nos empezamos a poner en pie para salir a la calle, cuando se escuchó un sonoro grito dado por una señora que se hallaba sentada en uno de los primeros bancos. Según dio el grito, se desmayó, lo cual fue un engorro, porque sacarla de la iglesia fue un verdadero contratiempo, ya que esta era muy estrecha y la señora, un tanto ancha. Pero una vez conseguido, la acostamos en la sacristía e intentamos reanimarla. En pocos minutos se despertó, asustada y preguntándonos si no lo habíamos visto, el dragón aquel, el que estaba cerca de la esquina de la iglesia, el que estaba rodeado de una luz roja. Se puso a llorar, mientras las amigas intentaban tranquilizarla.
Pero yo, que siempre he tenido una cierta sensibilidad para esa serie de cosas extrañas, aunque no vi ningún dragón, si es cierto que me percaté de una rara luz encarnada que bañaba toda la esquina de la iglesia, de la que salían una serie de rayos blancos y luminosos.
No me quedé conforme, al día siguiente, volví a la iglesia, quería hablar con el cura, sabía que él también era sensible a ese tipo de manifestaciones, lo notaba, igual que noté lo de la señora.
La iglesia estaba cerrada, no tocaba misa ese día, así que me dirigí a la sacristía, empujé la puerta, oscuridad total,olor a madera vieja y...a huevos podridos, un temblor me recorrió el cuerpo, se que debería haber salido de allí, pero me pudo la curiosidad, quería saber quien estaba utilizando azufre y porqué. Subí las escaleras de madera rota hasta llegar al cuarto del cura, una luz rojiza, ya iba alumbrando la escalera, al dar la vuelta, lo ví, envuelto en brebajes humeantes, el dragón en la esquina, llamaradas de fuego de su boca, una cruz en sus manos, aterrorizado, bajé corriendo de dos en dos los viejos escalones, hasta llegar a la calle, en donde el respirar el aire del parque me hizo sentirme mejor. Casi llegando a mi casa, me encontré con el cura que venía de no se donde, de manera automática, me hizo una bendición, después...me guiño un ojo.
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